Tenté a las horas que deambulaban lentas por mi cabeza,
hundida en el misterio de las palabras,
el tiempo se deslizó lento por las bocas tibias de inocencia; abracé en la
insensatez al destino que te trajo a mí, a la vida que me dio un soplo tibia en
la cara, que bendijo mis sienes muertas, que dio color a mi mirada grisácea.
Reconocí tus ojos fijos y dulces, observé embelesada cada centímetro de tu
existencia, quise en silencio perpetuar el instante que creamos con las manos arrulladas
en el pecho, que golpeteaba incesante como si quisiera transmitir ese son
dibujado entre líneas. Recorrimos las calles y el camino que se delineaba de a
poco bajo nuestros pies, te uniste a mí como una sombra, como parte de una
esencia indisoluble; te alejaste en la serenidad del alba en la humedad de la
niebla tal como apareciste la vez primera
Comando actualidad con Adrián Pérez.
Hace 9 años
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