Imploro en
la letanía y me sumerjo en el letargo de mis balbuceos, me asfixio en la idea
de quedarme muda, de volverme como el mármol viejo, insisto en volver a la
tierra, dejar la niebla que me absorbe, que no es húmeda y tibia como
acostumbraba, que se ha vuelto densa e impenetrable
como mis entrañas, que olvidaron sentir.
Ciño mi cuerpo al metal de la celda, me someto al claustro en el que me
sumieron, rehúyo a la luz que entra temerosa por la hendidura del muro, el grillete que me ata a tus pesares se hiñe en
mis carnes; es intenso y doloroso como tus palabras en el viento, es ardoroso y
obsesionante como tu boca rodeando mi cuello, es dulce como la cicuta que me
ofreciste antes de dejarme aquí.
Comando actualidad con Adrián Pérez.
Hace 9 años