Miserable, absolutamente miserable, en esta soledad, retumba en mis oídos este silencio, el frío susurra a mis espaldas, el dolor se hiñe en mi vientre vacío, se ríe de mi pecho núbil, de mi boca ansiosa y maldice una y otra vez mis entrañas, que nunca han acunado un hijo, a mis brazos que nunca te han sostenido, a mi cuerpo que nunca ha conocido el amor, más ha recorrido eternamente el deseo y el hambre de otra carne, yo que he sido eterna amante de tibiezas, de sudor, de afán, nunca he deseado más hambrienta una caricia pueril, un beso inocente, un pensamiento honesto.
Comando actualidad con Adrián Pérez.
Hace 9 años