Seguí errante hasta que me tropecé con tu silueta, anclada en lo profundo de mí, contemplé así sin más, lo que ansiaba encontrar; tus manos agasajaron mi ser, cubrieron mi existencia infanta, desprotegida y descalza, que estaba asediada de deambular por los trazos desdibujados que dejaste para mí, que pintaste de matices color infinito, cuando ambicionaste perpetuar en una boceto de nuestra existencia unida, desde que el aire nos besó en la frente aquella madrugada, cuando decidimos aferrar nuestras humanidades a fuego.
Comando actualidad con Adrián Pérez.
Hace 9 años
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