Subsisto en el instante que entreabrí mis ojos y solo contemplé tu torso árido, bendecido por la penumbra que acentuaba la blancura encandilante de tu carne, la perfección de tus formas, el tempero y la tersura de la piel, envidié ser el haz luminoso que vestía tu cuerpo, ansié transmutarme en aire para acogerte en cada una de mis fibras y entremezclarme perpetuamente con tu ser en una imagen.
Comando actualidad con Adrián Pérez.
Hace 9 años
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