Hendido en mi carne está tu deseo, la lengua aguda invade la piel, la boca ahoga el gemido naciente, absorbe el ansia, ahoga las palabras ardorosas, el balbuceo pueril y las palabras manchadas. El vientre acoge la sangre tibia de tu carne, la calidez del balanceo, la humedad de la entraña. Agoniza el sollozo en ese instante, ciño mi semblante a tu pecho, ahogo eternamente el verso hasta que mi boca ruegue por hacer eterno el tiempo.
Comando actualidad con Adrián Pérez.
Hace 9 años