"El erotismo es una de las bases del conocimiento de uno mismo, tan indispensable como la poesía."A.N

sábado, 26 de junio de 2010

Pósate en mi monte y olvida mi corporeidad, húndete en mis fibras; abraza la blandura de mi cuerpo, inúndame de versos amatorios, asfíxiame con tus deseos reprimidos, y libérame en el recuerdo desterrado, déjame a mí la osadía de alejarme en sueños inconclusos, en amoríos no consumados, déjame a mí la arrogancia de despedirme en el silencio, déjame a mí la culpa de los dolores y privaciones, entrégame el último roce naciente, el aliento agitado de tu boca y abandona una vez más mi monte desnudo que está fatigado de tus encuentros furtivos

sábado, 19 de junio de 2010

Solo quiero hundirme en la espesura del barro, y esperar que la asfixia me liquide, mezclarme con las texturas y la oscuridad que me ofrece el lodazal, poco a poco convertirme en parte de esa mixtura de tierra, inmundicia y humedad, dejar de ser, transmutarme a la nada, a esa nada imperceptible que no es vacío, es el todo.

jueves, 17 de junio de 2010

La agitación de mi cuerpo y el temblor de tus carnes, la perfecta prolijidad de tus formas y la particularidad de mis curvas, el tambaleo constante de mis palabras y la mudez de tu lengua, la ansiedad de tu mirada y la lucidez de mis de mis ojos, la costumbre de tocarte con mis manos, y tu tendencia a coartarlas, yo cedo constantemente tiendo a la condescendencia contigo y tú gustas de cederme la nada y nos embarcamos nuevamente en ese tira y afloja, casi perpetuo, donde me doblego pasiva, extinguida, obligándome a la sumisión y tú alimentas tu poderío, tu aplastante sentir, sobre el mío.

miércoles, 16 de junio de 2010

Que el reencuentro sea casual, casi natural, que los cuerpos se reconozcan de inmediato, se acerquen, se entrelacen, que el silencio hable nuevamente, que no sea necesario recapitular instantes, ni llenar los vacíos, que se haga evidente el calor albergado hace tanto, que la entrega sea inminente, que no sea complaciente sino demandante, que el ardor corpóreo se libere, se traspase y se consuma lentamente, hasta decaer mansamente en los cuerpos sudorosos y tambaleantes que aun reposan unidos de manera confusa.