"El erotismo es una de las bases del conocimiento de uno mismo, tan indispensable como la poesía."A.N

domingo, 18 de abril de 2010


Acudí hipnótica y sedienta al encuentro con el espejismo, me atrajo el magnetismo de sus sensaciones. Me llamó susurrando despacio en mi cuello, en el instante que intentaba sosegar mis ansias de introducirme en sus aguas para entregar y someter las formas de mi cuerpo férvido, que anhelaba ser tentado por las imperturbables aguas. Quise sentir sus hilos gélidos introduciéndose en mis formas, la suavidad de sus aguas asediando mi cuerpo; su frialdad apagando mi calidez. Corrí a su encuentro, me abracé a la idea de saciar mis ansias, sin dudarlo me entregué al éxtasis que me provocaba aquella alucinación. Poco a poco mi cuerpo fue serenando su agitación, el cuerpo recuperándose del orgasmo provocado por aquel encuentro, cayendo en una quietud absoluta. El agua recuperó su imperturbabilidad nuevamente, flotando en ellas, yacía mi cuerpo azuloso, mecido de vez en cuando por las oscuras aguas.

sábado, 17 de abril de 2010


Me lancé al precipicio del azar, renuncié a la rectitud del cubículo y el escritorio, y sigo cayendo inevitablemente en este abismo que trae aromas de incerteza y desestructuración, intenté detener esta caída libre, pero el frio de la brisa me abofeteó el rostro, liberándome de aquellas monomanías que me apresaban, dándome por fin un ápice de estabilidad, dentro de la inseguridad intimidante que me agobiaba, desde el instante en que ese pensamiento suicida se metió a fuerza en mi cabeza y me ordenó a saltar al vacío. Caigo, caigo y caigo inevitablemente y la brisa hiela mis carnes, mi sangre, mis huesos; el hedor de la incerteza se ha implantado en mis poros, ya no puedo detenerme caigo y sigo cayendo he abandonado del todo, la resistencia y el apego a la rutina acogedora de la cual era una pieza antes de entregarme a la nada, no tengo más opción que entregarme al deleite de la caída, aunque al final de este trayecto me espere el azote de un aterrizaje forzoso.

miércoles, 14 de abril de 2010


Incompatibilidad absoluta confundida con una compatibilidad pura

Cuando presencié su máxima expresión de crueldad, avivada por la noche, la confusión y el vicio, mi cuerpo se paralizó por completo, como si el tiempo gozara de una pausa, una pausa casi perpetua. Con los ojos apretados imaginé que la horrorosa escena se borraría al abrirlos, pensé que estaba frente a un sueño o más bien una pesadilla, una pesadilla que mostraba en su esplendor a un hombre deshumanizado, un ser sin límites posibles, sin el más mínimo rastrojo de sensibilidad, casi un dios, facultado de tomar sin miramientos la vida de otro, del modo más despiadado que se pueda imaginar, que aplasta toda una vida en segundo. Desde aquel instante mi cuerpo petrificado y estupefacto guardó aquella escena como fiel testigo, sin embargo mi traicionera boca renunció a articular sonido alguno para referirse al macabro hecho, mis manos olvidaron por completo la escritura y las señas, quedando inertes pendiendo de mis brazos, mi cuerpo adormilado se incapacitó de expresión, sin embargo en mi mirada seguía transcurriendo aquella escena, sin que nadie pudiera notarlo.

domingo, 11 de abril de 2010


Quise que el viento me envolviera y me raptara, que hiciese posesión de mis carnes, doblegándolas, tentándolas, golpeándolas y cubriéndolas de perpetuos azotes de soplos fríos, penetrantes y agresores, acostumbrados a borrar cada rastro de amorío existente entre los rincones de la piel.

sábado, 10 de abril de 2010


Compartimos el pan y el cielo, descubrimos en el otro lo que somos, desvelamos la pureza, la timidez y la inocencia que yacía olvidada hace infinidades; abrazamos al placer y la locura misma, nos entregamos al vaivén del azar, en una búsqueda desenfrenada por contemplar, una vez más, aquel fulgor enceguecedor que significa sentirse vivo.

Decidí esperar de boca al suelo con los brazos extendidos, asumiendo en el cuerpo todo el sacrificio que me resulta cavilarte, resolví permanecer allí con la frente fijada al suelo con mi cabeza inmóvil, oyendo, simplemente oyendo, alguna señal que no turbe en vano mi vigilia, dispuse que la única forma de abandonar mi castigo corpóreo, sería percibir tu respiro en mi oído, sin embargo, el tiempo transcurre y lo único que continúo oyendo son pasos, pasos presurosos y seguros, de desconocidos, que se acercan a forzarme y a tratar de liberarme del yugo autoimpuesto, para imponerme otro peor, en aquel cubículo blanquecino donde ya no podré ni siquiera oír.

viernes, 9 de abril de 2010


Algunas noches, me abraza el calor que despide el asfalto, cuando camino descalza en la oscuridad, en busca de algún cuerpo cálido; al cual cercar con mis miembros, oliéndolo eternamente hasta absorber el último hedor recóndito de su ser, fundiendo su humanidad junto a la mía, desnuda y despojada de toda monomanía; hambrienta de calor carnal y sedienta de placer mundano que reclama apagarse en un gemido infernal y desvanecerse en ese cíclico apareamiento clandestino